Oficio de crisálida
Durante un tiempo estuve
muerta:
hubo hambre y cansancio,
y el sonido del mar y el
aroma de los alimentos
y la luz de la vida
poblándose, reuniéndose;
pero algo estuvo muerto.
(nada existe más allá del instante
nada germina nada surge
las horas pasan sin hacer ruido
niebla que empaña cuanto toca)
Fue imposible rastrear los
pasos en el tapiz
y ni siquiera hubo
obstinación,
pues lo primero que un
muerto pierde es la memoria;
comencé a olvidar sin ningún
plan ni itinerario
y no hubo signo premonitorio
que advirtiera la llegada de
esa calamidad.
(acariciaste mi sombra afanosamente amor
pero entonces ya
estaba muerta
hilachas de deseo en la piel y espuma muerta
en
la
boca
que estar muerto es triste y dura
mucho e indigna a
quien lo presencia)
Durante un tiempo estuve
muerta
como una crisálida guardada
en una caja de cartón,
detenida en el umbral,
olvidada del gusano y de la mariposa.
Instante perpetuo, cómo
duele despertar de tu sosegada indiferencia,
de tu dócil y atónita
bondad.